23 sept 2009

Especiales

Reflexiones sobre Independencia

por julio

“Yo no celebro nada el 15 de septiembre. Yo no estoy orgulloso de mi país”, dijo un compañero de launiversidad momentos después de que la profesora preguntara a la clase qué era lo que realmente celebraban el día en que popularmente se recuerda el Grito de Dolores de 1810, cuando oficialmente dio inició del nacimiento de la República Mexicana como una nación independiente.


Y por más que Alejandra, la profesora, intentara convencer a cerca de 15 veinteañeros que es importante mantener viva la memoria histórica, no pudo rebatir la innegable realidad de que varias generaciones no se sienten parte ni orgullosos de una nación cuya historia se encuentra en constante conflicto entre el discurso de libertad y autonomía, y la hegemonía por parte de intereses que, lejos de proporcionar cohesión e identidad a las sociedades en quiebre, las avasallan con la intención de “normalizarla” bajo estándares de pasividad, irreflexión y resignación, cuando les es conveniente.


No es cuestión de rebuscar algún pretexto en la realidad que vivimos cada día para decir que la “Independencia de México” pese a que es uno de los momentos históricos más importantes debido al impacto que tuvo en la organización social de la que en ese entonces fuera una de las colonias más importantes de la corona española hasta el siglo XVIII, funge sólo como el emblema de una utopía característica de las fuerzas que ocasionarían el origen de las clases burguesas en los territorios

occidentales.


Con lo anterior, no pretendo afirmar que dicho proceso histórico es una mera falacia; al contrario, tiene un significado de peso para todas las sociedades de América Latina y principalmente para la mexicana. Gracias a la Independencia, podemos decir que nuestra forma de organización social y política busca ser soberana pese a la existencia de un sinnúmero obstáculos que es necesario sortear para lograrlo en totalidad. También pudimos establecer el ideal máximo de convertirnos en una nación autosuficiente capaz de crear su propio marco jurídico a favor de la convivencia armónica entre los distintos ciudadanos y actores que desempeñan roles propios en el país, sin la necesidad de una gestión externa como la corona española o aun las potencias económicas de la época contemporánea.

El gran problema radica entonces en que los ideales y los sueños de una nación decente para vivir y que gobierna a favor del progreso –ideológico, científico, cultural, económico, social, etcétera- se merman por las ambiciones y deseos patológicos de unos pocos, que no descansan hasta sentir superioridad, enriquecerse materialmente e influir sobre las instancias que mantienen el control de un Estado, a costa del poder que los ciudadanos soberanamente le otorgan legal y/o legítimamente.

Así, no es raro que nos enteremos de casos de políticos que utilizan sus influencias para satisfacer sus más bajos instintos, encarcelar a los “incómodos” que estropean sus aspiraciones de ascenso político al dar cuenta de quiénes son realmente los que gobiernan, o para lucrar con la voluntad de los gobernados usando las instituciones públicas como medios de fondeo para fines particulares.

Lo anterior nos obliga reflexionar sobre el futuro del país, entendido más allá de un especio delimitado por líneas imaginarias: se trata del destino de más de 103 millones de personas. ¿Tenemos el control de nosotros mismos como ciudadanos de un país? ¿Aún se respeta nuestra voluntad a través de los representantes? ¡Viva México!

Sin embargo, la política no es la única esfera en la que los ideales de independencia se opacan. No se necesita más que dar una vuelta por la ciudad de México –o de cualquier otra entidad federativa- para hallar las grandes plagas de Wal-Mart y Starbucks atacando la economía nacional.

Al aprovecharse de la necesidad de la gente por hacer rendir el dinero, la gran cadena estadounidense ha aprovechado para expandirse, sin revelar sus secretos que la hacen rentable. Comprar los productos a muy bajo costo debido a la magnitud de lo adquirido; explotación de sus trabajadores y de los agricultores para conseguir fraudulentamente precios muy bajos; y los programas de endeudamiento eterno para sus clientes, hacen de México uno de los principales objetivos expansionistas de dicho corporativo e inclusive la misma firma ha reconocido que le gustaría que todos sus mercados fueran como el mexicano.

El caso de Starbucks es similar. Gracias a la expansión de la gran franquicia cafetera: malbaratar el precio durante la compra de café + bajo costo de la mano de obra = alta rentabilidad que se invierte en la multiplicación de los locales, alcanzando incluso zonas remotas. Todo lo anterior provoca la pérdida de identidad y un quiebre en la economía local. Los negocios pequeños y las microempresas se ven imposibilitados a competir directamente con los grandes consorcios mientras la población adopta hábitos de consumo típicos de la sociedad norteamericana, donde el derroche y el esnobismo son característicos.¿Y qué decir de la música? ¡Nos hemos vuelto malinchistas al sobrevalorar las producciones masivas extranjeras! Muchos las consideran de mayor calidad y pioneras en las vanguardias, cuando ni siquiera voltean hacia la escena independiente mexicana que alberga nuevas propuestas y sonidos experimentales que nos llevan a nuevos mundos sonoros.

Otro grave problema que atenta contra la independencia de los mexicanos es el ambiente de inseguridad que existe a lo largo del país. Nuestras vidas se modifican para intentar protegernos de las hostilidades que pueden terminar con nuestra vida en el peor de los casos, aunque las secuelas que un secuestro o un robo con violencia no deben menospreciarse.


El miedo se ha convertido en una de las más pesadas cadenas que cargan los habitantes de este país. Todos queremos soluciones rápidas pero no nos damos cuenta que la criminalidad en las calles se debe a la descomposición de una sociedad que se ha visto defraudada por los gobiernos soberanos a los cuales ve como un enemigo, en vez de un órgano a su servicio. Por el contrario, a la falta de una promesa de un futuro mejor, cada vez más personas se refugian en el mundo delictivo para cumplir sus aspiraciones y alcanzar la dignidad que un sistema basado en la enajenación y la explotación no puede proporcionar.


¡BASTA DE LAMENTARNOS! Podemos hacer algo para recuperar nuestra identidad y alcanzar la verdadera independencia.


Es muy difícil pero un buen inicio sería dejar de consumir productosextranjeros y apoyar las microempresas, de origen indígena principalmente, cuyos productos son benéficos para la salud. También apoyar el arte y los movimientos de contracultura mexicana ¡Identifícate y apasiónate por tus convicciones! Exige justicia y resultados contundentes a quienes se supone deberían servirnos, mas no éstos servirse de nosotros. No te quedes sólo con lo que te dicen en la televisión, la radio y los periódicos; busca las voces de aquéllos a los que callan por la fuerza... Y ante todo EXPRÉSATE, no te quedes callad@, no eres la única persona que tiene algo que decir y entre más voces haya, mayores posibilidades hay de que sean escuchadas.


Rumbo al bicentenario de nuestra independencia… ¿Realmente somos libres?



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